miércoles, 29 de abril de 2009

SABIDURÍA INDÍGENA CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO

Mientras los países industriales emiten crecientes volúmenes de gases de efecto invernadero, los pueblos originarios necesitan adaptarse a un clima cada vez más peligroso para sobrevivir. A lo largo de la historia, las comunidades indígenas desarrollaron un gran arsenal de prácticas que hoy podrían servir para lidiar con el cambio climático. “¿Por qué no darles un día de descanso a los automóviles y los aviones? Y luego, dos días de descanso. Eso reduciría la contaminación”, sugirió Carrie Dann, sabia de la etnia estadounidense de los shoshones occidentales. Dann sostuvo que es necesario curar la “fiebre” de la Madre Naturaleza. “Mi territorio se está volviendo muy caliente y hay muchos incendios en las praderas”, señaló. Al impedir esos enormes incendios también se reducen las emisiones de gases invernadero. Y, por primera vez en el mundo, esos aborígenes han vendido a la industria créditos de carbono por 17 millones de dólares, generando un ingreso significativo a sus comunidades, según un informe presentado en Anchorage. Siguiendo la tradición, luego de la temporada lluviosa los indígenas australianos aplican quemas controladas para crear barreras que luego, en la estación seca, actúan como cortafuegos de los incendios forestales.Los fuegos descontrolados generan una gran cantidad de las emisiones de carbono de Australia. En los últimos años, muy pocos aborígenes pudieron seguir viviendo en la tierra o haciendo quemas controladas. Ahora podrían asumir un nuevo papel en el combate al cambio climático.“El mundo tiene que prestar más atención a las opiniones de las comunidades indígenas y a la sabiduría del conocimiento ancestral”, sostuvo Sam Johnston, de la Universidad de las Naciones Unidas, copatrocinante de la cumbre.En Asia, los pueblos originarios desarrollan diferentes variedades agrícolas y aplican distintos modelos de siembras. También participan en la agrosilvicultura sostenible, la generación energética con biomasa y pequeñas centrales hidroeléctricas. En la isla indonesia de Bali, los indígenas rehabilitan arrecifes y protegen manglares. En Filipinas, la población autóctona traza mapas de las aguas de sus tierras y desarrolla un plan de manejo integrado. En Honduras, bajo el frecuente azote de huracanes, la etnia quezungal desarrolló un método agrícola para sembrar bajo los árboles, lo que permite que las raíces se aferren mejor al suelo y se reduzca así la pérdida de cultivos en los desastres naturales.En Guyana, los pueblos indígenas adoptaron un estilo de vida nómade, trasladándose a zonas más forestadas en la estación seca, y ahora plantan mandioca (Manihot esculenta), su principal alimento, en planicies aluviales que antes se consideraban demasiado húmedas para la siembra. En Belice, los agricultores están volviendo a prácticas tradicionales y trasladándose a terrenos más elevados, informaron otros delegados. En África, los pigmeos baka, de Camerún sudoriental, y los bambendzele, de la República del Congo, han desarrollado nuevos métodos de caza y de pesca para adaptarse a una realidad con menos lluvias y más incendios forestales. Aunque los pueblos originarios tienen una gran capacidad de adaptación y hay tratados y leyes internacionales que les garantizan su derecho al alimento y a sus formas de vida tradicionales, el cambio climático amenaza todo esto, dijo Andrea Carmen, de la etnia yaqui de Estados Unidos. Cuando los jefes de las tribus de la sudoccidental provincia canadiense de Alberta declararon que había que poner fin a la explotación de las arenas petrolíferas, los ignoraron, enfatizó Carmen, directora ejecutiva del Consejo Internacional de Tratados Indios, una organización de defensa de los derechos indígenas.La extracción de petróleo de las arenas alquitranadas es la principal razón por la que Canadá aumentó cuatro por ciento su contaminación climática entre 2006 y 2007 y está 33,8 por ciento por encima del compromiso de reducción de emisiones, que asumió por ser parte del Protocolo de Kyoto, en vigor desde 2005. Pero los pueblos indígenas también observan con cautela acciones de gobiernos e industrias en respuesta al cambio climático, como construir granjas eólicas y plantas de biocombustibles, a menudo en sus tierras o en lugares donde los afectan, perjudicando su sustento, explicó Gunn-Britt Retter, del finlandés Consejo Saami.“Contamos con los conocimientos tradicionales para soportar estos cambios climáticos, y necesitamos usarlos a fin de ayudar a nuestras culturas” a hacer lo mismo, dijo.Los pueblos indígenas “debemos participar plena y efectivamente en los planos nacional e internacional para que nuestras culturas sobrevivan a estos cambios”, agregó. Ya pasaron 17 años desde la primera reunión de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Debemos actuar rápidamente. El mundo necesita la sabiduría de nuestras culturas.

LA VICUÑA: EL GRÁCIL SÍMBOLO DE LA LIBERTAD


En el escudo nacional del Perú se pueden ver tres figuras: la Vicuña, típico animal de los andes el cual posee la lana más valiosa del mundo, representa la riqueza animal, el árbol de la quina representando la riqueza vegetal y la Cornucopia representando la inmensa riqueza mineral del país.
El hombre andino logró domesticar la papa, la alpaca y la agreste geografía de los Andes, pero nunca la vicuña. Por algún capricho de la naturaleza, la vicuña es un animal indomesticable. La tensión que les produce ver restringida su libertad las sume en una tensión que inhibe su reproducción en cautiverio.
La vicuña, el más pequeño de los cuatro camélidos sudamericanos, es a su vez el mamífero con la fibra más fina del mundo. El pelo que la cubre es más fino que el cashimere, el bisón y otras fibras exóticas del mundo. No es casual que sea la vicuña uno de los símbolos del escudo nacional.


PERÚ: MAYOR PRODUCTOR DE FIBRA DE CALIDAD MUY ALTA DE VICUÑA


  • Perú 97 670

  • Argentina 23 000

  • Bolivia 12 047

  • Chile 27 921

  • Total 160 638


La población de vicuñas a nivel nacional hoy bordea los 120,000 ejemplares. Existen leyes que penalizan su cacería, pero con una singular excepción: permiten la comercialización de la fibra pero sólo de aquellos ejemplares acreditadamente esquilados en vida. La fibra así obtenida lleva el sello de Vicuñandes, marca del Estado, que certifica su adecuado aprovechamiento.



AMENAZAS PARA LA SUPERVIVENCIA


El Estado creó la Reserva Nacional Pampa Galeras, al Sur de Ayacucho, en la provincia de Lucanas con la finalidad de preservar a este valioso recurso natural, de su progresiva extinción, motiva por la caza indiscriminada a la que está expuesta.
Asimismo, otra de los lugares donde se protege a la Vicuña es en la Reserva Nacional de Aguada Blanca, en Arequipa donde habitan unas 2,500 ejemplares de vicuñas. Y en la localidad de Toccra, una de las 13 comunidades pertenecientes a la zona protegida, hay 180. Toccra es una de las dos únicas comunidades en Aguada Blanca cuyo amplio perímetro está cercado. El radio de acción de sus vicuñas está así restringido a unos cuantos centenares de hectáreas.
Las amenazas más importantes que pesan sobre la subsistencia de la vicuña comprenden a la caza ilegal, la competencia creciente con las llamas y las alpacas domésticas por las pasturas y la falta de fondos para las actividades de conservación a largo plazo. La caza ilegal se ha incrementado en Bolivia y Perú, desbordando las posibilidades de control de las autoridades, particularmente en las zonas donde la guerrilla se ha intensificado. El aparente aumento reciente de la población de vicuña, que es el resultado de la protección, hará difícil la conservación a largo plazo de la especie a menos que la gente en cuyas tierras viven las vicuñas pueda percibir algunos beneficios de ello. El mal tiempo y la predación por el puma, Felis concolor, son también citados como freno para la reaparición de la vicuña en ciertas zonas.

http://www.tequieroverde.com/reporte01.htm

lunes, 27 de abril de 2009

CÓNDOR ANDINO, EL GIGANTE DEL CIELO, AL BORDE DE LA EXTINCIÓN


El mítico cóndor andino, el ave voladora más grande del planeta, lucha por sobrevivir en las altas cumbres sudamericanas entre las torres de alta tensión y la persecución humana, que lo han colocado al borde de la extinción. Este animal mitológico, cuya forma de planear deja sin aliento a quienes tienen la posibilidad de avistarlo, habita y anida en los Andes, desde Venezuela al Cabo de Hornos, pasando por Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina, entre los 400 y 4.500 metros de latitud.Pero la especie se ha reducido paulatinamente, pese a ser símbolo nacional de cuatro países (Bolivia, Chile, Colombia y Ecuador), que lo tienen representado en sus respectivas banderas y escudos. Según uno de los escasos estudios sobre este animal, publicado por USAID en el 2007, la población total rondaría los 6.200 ejemplares, de los que alrededor de dos tercios estarían en Argentina y Chile.
El "vultur griphus", su nombre científico, ha desaparecido prácticamente de Venezuela y Colombia, mientras en Perú, Bolivia y Ecuador no hay cifras, agrega el informe facilitado por el Instituto de Recursos Naturales (INRENA) de Perú. Estos datos han puesto en alerta a los ambientalistas, en disputa sobre si se deben habilitar espacios para que los turistas disfruten de su avistamiento, como ocurre en el Cañón del Colca. Allí, a unos 1.000 kilómetros al sur de Lima, viajeros llegados de todo el mundo se maravillan ante el cercano, silencioso y perfecto vuelo de la veintena de cóndores que habitan el lugar. Esta cercanía al hombre es uno de los motivos que ha puesto en peligro al ave gigante, explica el biólogo del INRENA Arturo Cornejo. Pero hay amenazas mayores, como los postes de alta tensión, la persecución con fines comerciales, los pesticidas y la progresiva pérdida del hábitat."El hombre se ha acercado cada vez más y ha ocasionado alteraciones por el impacto que tienen las torres de alta tensión; en algunos lugares los cóndores han muerto electrocutados; se utilizan pesticidas en zonas agrícolas y los animales pueden morir", aclara Cornejo."En algunas localidades creen que los cóndores matan a su ganado, a las crías, por eso colocan veneno para eliminarlos", agrega el biólogo. Aún así, Cornejo cree que "sí es posible desarrollar un turismo sostenible de observación de aves, pero cumpliendo con los estándares internacionales" y ello pasa por la creación de "refugios adecuados para que el ave no se sienta intimidada". El cóndor andino es un ave gregaria y carroñera, cuyo cuerpo mide entre 100 y 120 centímetros, aunque la envergadura de sus alas puede alcanzar los 3,5 metros. Los adultos son negros, con collar y plumas blancas en la parte dorsal de sus alas, mientras los jóvenes son marrones. Los más llamativos son los machos por su prominente cresta y papada. Estos animales pueden planear largas distancias en un solo día; en el caso de los cóndores del Colca vuelan hasta la costa peruana, a unos 200 kilómetros, sólo para devorar lobos marinos muertos y regresar a su morada al anochecer. La relación del hombre andino con el cóndor data de tiempos prehispánicos y su significado mitológico se refleja en una abundante representación en cerámicas, tejidos y construcciones.